Fórmula 1, la película: una ventana para entender la revolución tecnológica
*Gastón Milano, CTO of Globant Enterprise AI
Joshua Pierce –Damson Idris– ingresa a la sede central de la escudería APXGP y exige que le diseñen un escenario idéntico al que vivió meses atrás en el circuito de Monza. Automáticamente sucede eso: él desde el asiento en las oficinas del equipo conduciendo en el momento exacto, ante las mismas dificultades e intentando tomar mejores decisiones para no cometer ese error. Joshua Pierce no existe, tampoco APXGP. Lo único real de la escena es la utilización de inteligencia artificial y gemelos digitales para crear escenarios donde los pilotos pueden mejorar sus técnicas.
Hay algunas cuestiones que dictaminan si un film fue un éxito o no, y una concreta es la plata que genera. “F1:la película” recaudó 140 millones de dólares en su primer fin de semana de cartelera. Es evidente que está rompiendo récords: si hasta 2019 la Fórmula Uno era un terreno casi exclusivo de los fanáticos Petrolheads, desde su alianza con Netflix para la serie “Drive to survive” y con Apple para la megaproducción dirigida por Joseph Kosinski -protagonizada por Brad Pitt y el trabajo detrás de cámara de Lewis Hamilton- logró lo que parecía imposible: ser un deporte masivo que atraviesa la agenda de muchos países en el mundo.
Mientras distintas disciplinas intentan desarrollar estrategias diversas para acaparar nuevos fanáticos, la Fórmula Uno -entre 2023 y 2024 – aumentó en 90 millones su fanbase alcanzando los 826.5 millones (Nielsen Sports) y uno de los secretos fue abrir la puerta de un mundillo que parecía impenetrable: Drive to Survive nos presentó una perspectiva a partir de historias más personales y The Movie le agregó el foco en la gestión de equipo, la estrategia y la tecnología aplicada.
Volvamos a la película (y sin spoilear). Más allá de ser una historia ficticia, nos acerca a la realidad; los circuitos, los checkpoints con los sponsors más icónicos, pilotos profesionales en segundo plano y, sobre todo, la tecnología. En la producción y las tomas, las cámaras en miniatura en los cascos de Brad Pitt y Damson Idris le permiten a la audiencia sentirse dentro del auto como cuando juegan a algún videojuego. Y, en las escenas y diálogos, la utilización de Inteligencia Artificial para los datos en tiempo real que gestiona el equipo de ingenieros o los mencionados gemelos digitales que solicita el novato Joshua Pierce le da aún más verosimilitud.
No parece: es así. En un deporte donde cada segundo cuenta, gran parte de la estrategia se basa en comprender y potenciar aquello que la tecnología nos facilita. Casi sin proponérselo, la Fórmula Uno se ha convertido también en una ventana privilegiada para que personas ajenas al mundo IT comiencen a entender algunos de los secretos guardados de la revolución tecnológica que atraviesa nuestro tiempo.
Así como Verstappen, Checo Perez o Franco Colapinto son Damson Idris y Brad Pitt cada semana, y se valen de la Inteligencia Artificial para superarse a diario, hay industrias clave para la economía y la vida de la personas, como el retail, la banca o la salud, que replican estas prácticas.
Walmart, por ejemplo, desarrolló digital twins en más de 1 700 locales, modelando planos y disposición para optimizar layout y flujos de compra; la universidad Johns Hopkins creó gemelos de modelos cardíacos que permiten planear ablaciones, minimizando riesgos y en el sector de la banca este mercado alcanzará los 137.670 millones de dólares para 2030, con una tasa compuesta de crecimiento anual del 42,6% (Vecdis).
Muchas veces leemos sobre estas noticias en los portales, pero gracias a la película de la Fórmula Uno hicimos algo más: lo vimos, lo materializamos y entendimos, de a poco, su alcance. Uno de los valores que hace del deporte un elemento popular es su trascendencia más allá de la disciplina. El fútbol es el ejemplo insignia porque logra que sociedades agrietadas se integren.
Probablemente la Fórmula 1 nunca escale a tanto, pero en tiempos de avances tecnológicos sin precedentes puede ser una caja de resonancia para comprender el potencial de la Inteligencia Artificial, sus buenos y diversos usos.
Y algo más importante: que el humano es el que agarra el volante.